En una fiesta para niños se había presenciado el mejor acto de magia que se había visto en años.
Aquel sombrero simple y nada fuera de lo normal había cumplido el deseo de uno de los niños que se encontraba en la fiesta. El niño sorprendido al igual que todos, no sabía ni que decir. Después de eso todos los niños comenzaron a pedir sus deseos y a todos y cada uno de los niños el sombrero les concedía sus deseos, haciéndolos más feliz.
La noticia corrió por toda la ciudad, llegaron especialistas, magos, historiadores, todo mundo quería ver el sombrero, algunos para pedir sus deseos y otros para investigarlo.
Pero como era el sombrero que había usado el abuelo del cumpleañero, la madre decidió esconderlo y sólo quedarse con el recuerdo, dejándolo solo como una reliquia.
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